Juan Sebastián Gómez, de la carrera a la carretera
No puedo pensar en esta década de mi vida sin verme paseando por la Universidad. La persona que soy hoy fue moldeada en esos pasillos, creció junto a un Departamento naciente, y viendo como personas geniales luchaban para crear un pregrado envidiable. entendí que hasta los mejores tienen que esforzarse, cometen errores y lo más importante llegan al otro día con ideas frescas para mejorar. El Departamento IBIO se construía desde el 2011 y los estudiantes éramos parte fundamental en este proceso, en especial porque éramos los que lo "sufríamos" (recuerde que uno solo sufre por lo que ama) y los constructores de este proyecto acogieron nuestras ideas. Así, aprendí que en esta vida nada es cuadrado, viendo como el pensum cambiaba entendí que lo único constante es el cambio. A muchos no les gustó esto y se fueron, otros resistimos con uñas y dientes, porque como dice mi padre "si algo es pa uno es pa uno".
En cuanto a mi experiencia personal fue interesante. Entré con el auxilio de hijos de empleados que mi madre se ganó tras más de 20 años trabajando para la Universidad en servicios generales, y para un joven de 17 años criado con agua de panela en el sur de Bogotá esta Universidad era un mundo nuevo. Me las arreglaba con los auxilios de Fopre, tomaba tinto con mi mamá casi todos los días, me esforcé y saqué adelante IBIO e IQUI en 5 años, conocí personas fantásticas y me enamoré de la Universidad. En el transcurso tomé buenas, malas y pésimas decisiones, y ahora entiendo que una de las claves de la vida es dar un cierre adecuado a cada una de esas decisiones, no se debe abandonar nada a medias, sin importar que tan feo se ponga.
Antes de obtener mi segundo título en octubre del 2017 ya estaba trabajando en una farmacéutica. Mi familia y amigos me veían como alguien exitoso, con una pareja hermosa y con una excelente "carrera" por delante. Pero hay un detalle que olvidé mencionar, encuentro un gusto absurdo en salirme de los esquemas y mi mayor acto de rebeldía, sin duda, fue arreglar mi bicicleta y marcharme de todo lo que tenía asegurado. Renuncié en junio del 2019, entrené, y sin planes arranqué el 2 de agosto desde Bogotá hasta Buenos Aires en mi bici. Ahora no tenia una "carrera", sino cientos de carreteras por recorrer.
Llevo ya más de 5000 km recorridos, voy por La Paz-Bolivia, con 4 países clavados en el corazón e innumerables aventuras. En el camino me han preguntado muchas veces "¿qué te impulsa?" o "¿por qué estás haciendo esto?" y lo único puedo decir es "porque puedo y las piernas aún responden". En fin, el mensaje que me encantaría trasmitir es que en ocasiones nos olvidamos de lo que es estar vivos y vamos por la vida sin vivirla, no obstante, todos tenemos dentro ese impulso por arriesgarnos a vivir realmente, y en lo que he visto, la vida recompensa a los que lo hacen. El equilibrio entre carrera y pasión se encuentra en el camino. Amo mi carrera y buscaré mi maestría en Europa, porque estoy seguro que si algo puede cambiar el mundo para bien es gente que ejerce su profesión con pasión, sin embargo, esa pasión solo puede provenir de la alegría de estar realmente vivos.